sábado, 9 de abril de 2011

Los Anillos de la Lombriz- Capitulo 1 - Afrontando el destino


Los estruendosos pasos de los peatones retumbaban en su estresada cabeza. Esos pasos que golpeaban sobre lo hondos charcos de la acera. Era masiva la cantidad de personas que caminaban por esta, todos marchaban en lo que parecía una caótica coreografía, todos marchaban tan apresurados que parecía no importarles hundir sus pies en esos charcos que quizá por la mala construcción de la acera se asemejaban mas a pequeñas y profundas lagunas. El día comenzaba a despejarse, pues había llovido toda la mañana. Entre pitos de carros e insultos de algunos conductores la cabeza del pobre Mauricio parecía estar a punto de explotar, llevaba más de tres horas en aquel embotellamiento, estaba desesperado por llegar a su casa, pero aún así, se negaba a unirse a los demás conductores, que con medio cuerpo fuera del carro ocupaban su mano derecha en apretar el pito y su mano izquierda en acompañar a su voz en los afanados alegatos.  Se preguntaba si aquellos conductores sabrían la razón de aquel embotellamiento, o si al igual que él no tenían ni la menor idea. Intentado conservar la calma jugó un rato con aquel fiel perro que
sentado sobre el radio del carro movía su cabeza en inexplicables direcciones. Mientras lo hacía no dejaba de retumbar en su cabeza el porqué de aquel embotellamiento, como un intento de averiguarlo prendió la radio pues creyó que la razón podría ser tan impactante como para ser noticia. Pero no fue así, solo escucho sobre Libia, la ley Lleras y la declaración de los Nule. Aún más frustrado pensó en llamar a su casa para avisar su inminente retraso, pero, como si el destino se hubiera confabulado contra el todos los teléfonos y celulares de su familia eran respondidos por la repugnante y pasiva voz del buzón de mensajes. Pensó que lo único que podía empeorar su día era que lloviera de nuevo, mientras por su cabeza pasaban las frases de su madre “únicamente llueve cuando los tontos la invocan deseando que jamás llegue” las oscuras nubes se agruparon con el siniestro deseo de torturar la pobre mente de Mauricio. Pronto, las gotas volvieron a llenar de agua los charcos que los pasos de peatones habían vaciado. Mauricio observó como todos los iracundos conductores entraban de nuevo por la ventana a sus respectivos carros, pensó en esto como un alivio creyendo que la lluvia haría cesar el estruendo causado por los demás conductores, pero su suposición estaba totalmente errónea, pues aunque la lluvia había obligado a todos a entrar a sus carros y dejar de gritar, estos habían compensado ese silencio con aún mas pitidos que antes, incluso algunos comenzaron a jugar con el sonido y componer pequeñas melodías con el estresante ruido que emanaba de sus carros. Para ese momento Mauricio no sabía en qué pensar, lo estresaba el hecho de estar encerrado en aquella batalla de sonidos, pero aún mas lo destrozaba el hecho de tener que faltar al primer cumpleaños de Paula, su hija menor. De solo pensar en defraudar a su hija lo hacía recordar todas las veces que había defraudado a sus otros dos hijos. Poco a poco su frustración actual abría la ya cicatrizada herida de la decepción de sus hijos, esta lo motivó a lo inimaginable, con miedo a que esta fuera a abrirse totalmente reaccionó rápido, tomo el volante con la seguridad que un asesino toma su puñal y con la fuerza que pudo apretó el acelerador. El golpe del carro al subir la acera hiso que el perro sentado en la radio callera al suelo. Escucho gritos de algunos peatones que alcanzaron a esquivar su carro, de los otros solo sintió su figura mientras los aplastaba con este. Escucho la sirena de una patrulla policiaca que acelero para perseguirlo, pero antes de resignarse a acelerar e intentar perderla, observo con curiosidad casi infantil la razón del embotellamiento que lo había atrapado durante tanto tiempo, vio un camión y un bus escolar volcados en medio de la vía, cerca de estos, tres ambulancias y más o menos ocho paramédicos que secaban en camillas con bolsas negras a todos los cadáveres que había dejado el triste accidente, ver aquella escena borro toda la desesperación que lo había motivado a atropellar a las personas de atrás, ver aquella escena, lo hiso recapacitar en poco tiempo, ver aquella escena lo hiso apretar el freno mientras afrontaba el destino que el mismo se había impuesto.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho este post. No es pretencioso y logra subir de tono gradualmente. Al principio parece la descripción de un momento. Es casi una opinión escondida en un cuento. Que la ciudad es un asco y la gente sólo sabe empeorarla. Me hubiera conformado con eso, pero luego el cuento logra ascender y al final genera en el lector esa grata sensación de entender algo no dicho. Anótese puntos por la introducción de la lluvia con un refrán, por la "batalla de sonidos" y por apelar a la curiosidad del personaje en el momento final. Las tres cosas me llamaron la atención.

    Felicitaciones por el post y por el blog en general. No le había comentado lo mucho que me anima ver todo el movimiento que pasa por acá.

    :)

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