miércoles, 6 de abril de 2011

Para aquel que no sepa Leer - Primera Teoria: Pereza

Innecesario y tonto pienso que es escribirle a aquel que no sepa leer, pero deseo aclarar que no escribo a aquel que no sepa leer, escribo a aquel que solo sabe leer lo que le conviene, aquel que ha decidido simplemente ignorar aquellas letras que forman los pequeños acuerdos de la sociedad.

¿Por qué razón, has decidido simplemente ignorar acuerdos tan simples? ¿Qué ganas acaso en no hacer caso omiso a aquellos letreros? He decidido exponer a continuación unas cuantas teorías las cuales quizás puedan ayudarte a comprender por qué razón has decidido convertirte en otro ente más de la sociedad iletrada. Pero, mi principal objetivo al escribirte mis teorías no es específicamente el que expuse anteriormente, el principal, este por el cual me siento enfrente de la luminosa pantalla de mi computador a dedicarte 1 o quizás 2 horas de mi vida es para que te des cuenta que toda razón por la cual tú has decidido ignorar alguna señalización es totalmente irrazonable, (estoy tan seguro de esta afirmación que si en algún caso te parece que mis planteamientos no sean razonables, te invito  comentar el post y te aseguro que responderé lo más pronto posible) . Espero, que después de decidir prestarle a este texto  la atención que no le prestas a aquellos carteles puedas darte cuenta que ignorar aquellos simples avisos no tiene otro orden de pensamiento más que el irracional.

La primera teoría: Pereza
Muchos dicen, que aquella razón por la cual se ignoran las señalizaciones es porque muchas veces te llevan a tomar un camino más complicado. Realmente esta afirmación es totalmente irrazonable, pues se supone que  cada señalización está diseñada para hacer las cosas más fáciles. El mejor ejemplo que se puede encontrar es el de aquella historia de “los hermanos Grimm”, en el que una dulce niña de caperuza roja es enviada por su mama al otro lado del bosque a entregar algunos víveres a su abuelita. La inocente niña es enviada con una simple advertencia, y aunque creo que todos la conocemos la explicare; su madre preocupada por lo que le pueda suceder en el camino le pide que cuando se encuentre en la parte del camino en que este se divide en dos tome el camino más largo, pues aunque este tome más tiempo atravesarlo, correrá menos riesgos y así podrá llegar sana y salva a casa de su abuelita. Saliendo un poco del ejemplo creo que has podido notar a qué punto he deseado llegar con este. Claro cada una de las señalizaciones son la dulce voz de la madre de caperucita roja dándole advertencias acerca del camino, mientras que tú, mi querido lector eres la distraída niña que por el deseo de llegar pronto a su objetivo decide tomar aquel camino corto el cual está lleno de peligros. ¿Acaso vale la pena pasar por encima de una cinta de “PELIGRO” solo por el hecho de ahorrar unos cuantos minutos? No lo creo, curiosamente la verdadera versión de “Caperucita Roja” no la de los hermanos Grimm, sino la de Charles Perrault tiene una pequeña variación a aquel final que todos conocemos, pues en esta, el lobo logra tragarse a caperucita y su abuela y el  leñador que en la conocida historia de los hermanos Grimm rescata a las dos mujeres del vientre del lobo jamás aparece. Curiosamente antes de acabar la historia, Perrault deja dos moralejas, la primer es  “jamás hables con extraños” (puesto que caperucita roja había hablado con el lobo antes de dirigirse a donde su abuela), pero la segunda es un pequeño comentario que recita algo así “Curiosamente, a la hora en la que el lobo engullía a Caperucita roja era la misma hora a la que su madre había calculado su llegada si esta se hubiera ido por el camino largo”.
Lo único que esto demuestra, y lo digo con miedo de sonar como un “canticuento” infantil es que de nada nos sirve tomar la salida más corta si los problemas que debemos enfrentar en el transcurso nos retrasaran más de lo que logramos acortar en tiempo.

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