miércoles, 30 de marzo de 2011

Y si Dios fuera uno de nosotros... ¿que le preguntarías?



En esos momentos, donde el mundo deja de parecer real y tu mente viaja a distintos lugares, yo, un simple mortal encerrado en la celda de los prejuicios humanos, me digne a escuchar la canción que durante años fue considerada como una blasfemia. Aquella mujer, de brillantes ojos y rizado cabello que ustedes pueden ver en el video que se encuentra mas arriba, un día, con el mismo valor que Copérnico reunió para enfrentar a la iglesia ella se dispuso a preguntarse lo que nadie había preguntado antes. "¿Qué pasaría si Dios fuera uno de nosotros?" "¿Qué le preguntarías si solo tuvieras una oportunidad?”. Mientras escuchaba estas palabras, sentí como si poco a poco el mundo se fuera silenciando, y lo único que se pudiera escuchar, fuera la pregunta que retumbaba en mí cabeza ¿Qué le preguntarías si solo tuvieras una oportunidad? Poco a poco, como destellos fulminantes de balas en el campo de batalla los recuerdos llegaron a mí. Recuerdos destrozadores, momentos terroríficos en los que me pregunte si en verdad podía existir un dios que pudiera soportar ver el desgarrador dolor de sus creaciones y permanecer tranquilo sentado en el trono celeste. Recuerdos tan fuertes, que en un momento dado, me llevaron a perder la fé en dios y comenzar a tenerla en aquel “ser” opacado por la presencia divina, la humanidad.

Aún así, impulsado por algo que aún desconozco, decidí redactar mi pregunta a aquel “ser” en el que no creo, pregunta la cual deseo mostrarles a continuación.

¿Valdrá la pena contemplarte una vida? ¿Acaso te parece justo dios, que tus seguidores dejen de observar al mundo para intentar observarte a ti? ¿De qué me sirve segar a mi realidad para buscarte; si cuando suba al paraíso para encontrarte, ya jamás tendré la oportunidad de ver el mundo al que me cerré por ti?  Pues ante ti, o gran divinidad celeste elijo mi destino. Prefiero jamás buscarte, elijo mirar al mundo que tus seguidores han elegido olvidar. Buscar en él, la maravillas que tú has dispuesto para nosotros, y al final, cuando mi cuerpo caiga al suelo inmóvil, como tú y el reloj lo han dispuesto, prometo que mi alma subirá a tu reino por un momento, mirara tu cara por un instante y luego intentara mantenerla en su memoria mientras con tu mano la arrojas al oscuro abismo al que en tiempos pasados condenaste al hermoso ángel Luzbel.

1 comentario: